La hermosura


Aquel día. Lo recuerdo. Se rompió. Estaba roto. Era un pájaro inmóvil. Suele ocurrir. El mediodía se desparramaba ciegamente y las ranas existían. No me las había comido. Y también los grillos existían. Yo no los había matado. Y existía el silencio porque nadie lo nombraba. Si no hubiera existido, ese día igualmente habría sido hermoso. A la hermosura se le da por prescindir de lo seguro. Las hormigas voladoras no se parecían mucho a los dragones, por corpulencia ni por costumbres. A la hermosura se le da por prescindir de los tamaños. Esa es una realidad reconfortante.






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Data Fabularia:

Redacción: María Alejandra Atadía
Edición: El Elegante Oblongo

La Biblioteca Fabularia