Viaje en la semilla




     La mayoría de las personas son demasiado egocéntricas como para prestar atención a asuntos pequeños. Yo, sin embargo, vivo pendiente de ellos. No es que los use de hamaca sino que muchas veces me cuelgo mirando algún detalle y mi mente sale disparada, tramando historias y filosofando sobre cuestiones esenciales de la vida.

     Toda mente activa experimenta a menudo momentos filosóficos enriquecedores. Por eso es que yo vivo haciendo ejercicio. El otro día, por ejemplo, mientras practicaba la postura de la grulla en el jardín, me llamó la atención una chaucha que colgaba de un arbusto, cuyo contenido se transparentaba gracias a los rayos del sol. Tanto me asombró que así quedé, una media hora, admirando esas semillitas y me di cuenta de lo mucho que esta inusual imagen representaba al salvaje mundo humano. ¡El cosmos entero en tan pequeño envoltorio!

     Al igual que las semillitas, si bien vivimos en un universo ilimitado, el ámbito en el que nos manejamos diariamente se restringe a un espacio reducido. Y allí, indefectiblemente y por más que seamos los ogros más apáticos del planeta, mantenemos contacto con nuestros semejantes. Incluso la tercera semilla contando desde la izquierda, que estratégicamente se ubicó solita en el medio de la chaucha, se ve afectada por las otras que la rodean. Imposible evitar escuchar los chismes malintencionados de las compañeras de la izquierda, que se pasan el día entero sumamente atentas a lo que hacen las otras. Las dos que le siguen, hacia el otro lado, viven ausentes, enajenadas, sin pensar mucho; es más, ni deben saber cómo se llaman. Pero hay algo que sí saben, y eso es participar de cualquier manifestación que se rebele contra algo, no importa qué. Y ni hablar de esa otra a la derecha. ¡Está sí que es terrible! Desde el extremo vive dando órdenes a las demás, recitando las obligaciones de cada una y exaltando los valores que deben ser perseguidos en esta sociedad chauchil.

     Sólo una de esas semillitas, la tercera de la izquierda, tiene un sueño: quiere hacer algo de su vida, progresar. “¡Ay, cuán ansiosa espero el día en que me libere de esta cárcel y pueda crear mi propio destino!”. Ella, muy previsora, ya tiene todo planeado: cuando se abra la chaucha va a resistir hasta que sople un viento favorable que la lleve bien bien lejos de toda esa manga de infructíferas. Lo que la muy ilusa no sabe, es que por más esfuerzo que realice para llevar a cabo sus ideales, siempre puede aparecer un bueno-para-nada que casualmente se deje caer a su lado y, una vez enraizado, comience a quitarle a nuestra amiga la fuente de agua, los nutrientes, la luz del sol…

     ¡Zácate! Aquí de golpe se cortó el hilo de mi pensamiento. Para empeorar un poco el asunto, un cosquilleo en los pies… ¡Pánico total! ¿Acaso era esto una pesadilla cortazariana y me estaba metamorfoseando en una de esas semillas? Claro que no. La explicación era obvia: después de media hora de hacer la postura de la grulla, la sangre acumulada había anulado toda actividad mental.




MARÍA MARTA REPETTO





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Data Fabularia:

Redacción: María Alejandra Atadía
Edición: El Elegante Oblongo

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