Desde mi silla

Desde este costado las piezas parecen confusamente desiguales, en hileras elevadas y pequeñas, anteriores y posteriores. En dos filas extrañas se reparten en un campo minado de marcaciones meticulosas, bicolores y alternadas. Las más bajas y parejas asumen el frente. Las más altas y poderosas se alzan detrás; curiosa ubicación de los desprotegidos. La más elevada, espigada en cruz, es custodiada por su compañera omnipotente, y a su vez la resguardan escoltas respingados y fieles azabaches. Se aseguran luego las márgenes en la solidez de la piedra y el ingenio. Al otro lado de la brecha, misma imagen; el espejo de la mística transforma a los azabaches en albinos y al ébano en marfil. Los níveos azacanes sirven igual que sus opositores cenicientos. Uno y sólo uno dará un paso adelant, y se habrá movido ya toda la perspectiva de las cosas desde ésta, mi silla inmóvil. Y no habrá retorno. Amigos y enemigos, todos, montarán nuevas perspectivas. Se irán esfumando, lentamente, hasta quedar un solo rey de un solo reino, acaso sin escolta ni azabache, ni un solo siervo de ébano o marfil, como triste ironía del ambicioso poder.
Y mientras observo la partida, sigo lejos sentado en mi silla, sin hacer nada.







SILVINA VITAL





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Data Fabularia:

Redacción: María Alejandra Atadía
Edición: El Elegante Oblongo

La Biblioteca Fabularia