PREGUNTA DE AGUA 1


Se levantaba a la hora en que caen exhaustos los bichos de luz después de haber agotado órbitas posibles alrededor del foco. Minuciosamente se desnudaba en el contraluz rosado para desplegar la quilla y la caudal, entumecidas de sueño. Sobre el banco de arena destejía la roja trenza, mientras calculaba la posición relativa de los remansos (cuídate del agua quieta). Aspiraba la última bocanada de aire húmedo de la aurora, y ya en el tibio seno fluvial reanudaba la escritura. Le costaba, al principio, recapitular lo ya narrado, pero la velocidad de la corriente le dictaba el ritmo de las frases, y el color cambiante del agua le inspiraba el tono justo. Nunca hacía coincidir el final de un capítulo con el cierre de un episodio. Como el sultán de las Noches Árabes, el río tiene sed de historias.

Recuerdo entonces una historia que nadie sabe escrita en un idioma que no recuerdo.
-¿Me contás esa historia?



Frente al espejo de plata se deshizo la trenza. La humedad de la noche encrespó la roja cabellera, y una a una cayeron sobre su falda los pequeños jazmines de lluvia que había entretejido en ella para aromarla.

Con cada caricia de carey se desprendían manojos de seda dormida, que por unos instantes flotaban en la indecisión del aire hasta que, concientes de haber soltado amarras, se refugiaban en un círculo de sombra, como nidos de pájaros ausentes.

En el espejo fluía un llanto de sangre, pero ella ya estaba fuera del alcance de la pena, y continuaba su tarea con implacable prolijidad, como si no tuviera ojos, como si no tuviera oídos, como si nunca hubiera amado a esa cabellera druídica, hermana de las frondas, corona suya, estigma y aributo de su estirpe.

Sin piedad, sin llanto, vio caer los mechones como peces muertos flotando en la corriente.

Sin inmutarse, contempló la blancura asombrada de su cráneo desnudo.

Después llegó el momento de recoger los despojos para arrojarlos al bote de la basura.



Graciela Tomassini





.:

No hay comentarios.:

Data Fabularia:

Redacción: María Alejandra Atadía
Edición: El Elegante Oblongo

La Biblioteca Fabularia