Con las manchas rebeldes, mano dura. Mediante grupos comando, especializados en el asesinato político, liquidar en primer lugar a sus jefes. Desaparecidos los cabecillas, será más fácil someter a las demás, forzarlas a la obediencia más completa, convertirlas en manchas definitivamente leales. En ese punto, ya ni siquiera será necesario eliminarlas.
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