Laura Fechenbach es demasiado petisa para alcanzar estantes altos. Por eso vive en un submundo psicotrópico típico de la gente de su estatura.
Desde chica odió la Navidad y amó las plantas. Hoy, a su edad, vive inmersa en un mundo de flora, libros, música, perros grandes, gente rara y humor negro.
Sus años cuentan de once meses. El doceavo transcurre en otra dimensión, y es tan largo como un año en sí. Vuelve con la piel más ajada, el pelo más alocado y la mente completamente en blanco.
A los ajenos recomiendo que no se dejen engañar por su aspecto distante, es una criatura muy afable en sus días buenos. Y si su destino es cruzarla en un día malo, siempre pueden ganarse su confianza ofreciéndole una medialuna salada.
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